martes, 13 de julio de 2010

Negocios y glamour

Así, entre los vectores de negocio de los pequeños Estados del Golfo no sólo figuran el petróleo o los rascacielos imposibles, también el glamour. Es ahí donde entran en juego estas mujeres, auténticas imágenes de marca a la hora de atraer inversiones, cosmopolitismo y eventos sociales. O sea, negocio.
Aunque la imagen, a veces, no lo es todo. En noviembre pasado, el hotel Emirates Palace de Abu Dhabi, un siete estrellas colosal, acogió la segunda cumbre de la Organización de Mujeres Árabes bajo el patrocinio de la jequesa Fatima bint Mubarak. Entre cenas de gala y besamanos sólo para mujeres —los hombres fueron recluidos en edificios aparte—, las sesiones de trabajo eran retransmitidas por circuito cerrado de televisión.

A la cita acudió lo más granado del papel cuché oriental: la esposa de Mohamed VI de Marruecos, la siria Asma al Assad y la Reina de Jordania, entre otras. Rania, falda lápiz, stilettos y delgadez de astilla, reinaba cual top model entre un enjambre de fotógrafos y cámaras… hasta que llegó la jequesa Fatima. Fundido en negro. Plano fijo castigado de cara a la pared. La jequesa, menuda, cetrina, vestida de negro de la cabeza a los pies y luciendo un bocado de cuero repujado sobre la mandíbula —un signo de sumisión en algunas tribus del desierto—, logró eclipsar a la reina de corazones.

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